miércoles, 26 de marzo de 2014

EN DEFENSA DEL TÉRMINO "ESPIRITUAL"


Sam Harris escribió en 2012 un pequeño artículo en su blog en el que da su versión del término "espiritual", tan manido entre gurús y demás fauna creyente, para hablar del mal uso etimológico que estos hacen de él y el cómo la ciencia ha renunciado a su uso por no mezclarse con aquellos. Con motivo del estreno de "Cosmos" y el uso que Neil deGrasse Tyson ha hecho en el programa de esta controvertida palabra, Harris ha rescatado su propio artículo para discutir si es correcto desde un punto de vista científico hablar de lo "espiritual".

Sam Harris

Al escribir mi próximo libro, voy a tener que enfrentarme a la animadversión que mucha gente siente por el término "espiritual". Cada vez que uso la palabra –por ejemplo en referencia a la meditación como una "práctica espiritual"- inevitablemente escucho a compañeros escépticos y ateos que piensan que he cometido un grave error.

La palabra "espíritu" viene del latín spiritus, que a su vez es una traducción del griego pneuma, que significa "aliento". Alrededor del siglo 13, el término se ligó a nociones de almas inmateriales, seres sobrenaturales, fantasmas, etc. Adquirió otras connotaciones como cuando hablamos del espíritu de las cosas como su principio más esencial, o de ciertas sustancias volátiles y licores como espíritus. Sin embargo, muchos ateos consideran ahora lo "espiritual" como algo profundamente envenenado por su asociación con la superstición medieval.

Me esfuerzo por la precisión en mi uso de la lengua, pero no comparto esas preocupaciones semánticas. Y quiero señalar que mi difunto amigo Christopher Hitchens –para nada enemigo del lexicógrafo- tampoco lo compartía. Hitch cree que "espiritual" era un término del que no podíamos prescindir, y en varias ocasiones lo arrancó del lodazal de lo sobrenatural en el que ha languidecido durante casi mil años.

Es cierto Hitch no pensaba en la espiritualidad precisamente de la manera en que yo lo hago. Por su parte habló de los placeres espirituales ofrecidos por ciertas obras de la poesía, la música y el arte. La simetría y la belleza del Partenón encarnaban este feliz extremo para él, sin el requisito de tener que admitir la existencia de la diosa Atenea, y mucho menos de tenernos que dedicarnos a su culto. Hitch también utilizó los términos "numinoso" (que está relacionado con la manifestación de poderes divinos N. del T.) y "trascendente" para marcar ocasiones de gran belleza o importancia-y para él el Campo Profundo del Hubble era un ejemplo de ambos. Estoy seguro de que era consciente de que las excursiones pedantes al Diccionario Inglés de Oxford también producirían vergüenzas etimológicas con respecto a estas palabras. Carl Sagan también utilizó libremente el término espiritual de la misma manera. (Véase C. Sagan 1995 “El mundo y sus demonios” Nueva York:...... Random House, página 29)

Debemos recuperar las buenas palabras y usarlas bien-y esto es lo que pretendo hacer con "espiritual." No tengo problemas con el uso general de la palabra de Hitch y de Sagan para significar algo así como "la belleza o la significancia que provoca admiración”, pero creo que también podemos usarlo en un estrecho y, de hecho, más personalmente transformador sentido.

Por supuesto, "espiritual" y sus afines tienen algunas asociaciones desafortunadas no relacionadas con su etimología-y voy a esforzarme al máximo para cortar esos lazos también. Pero no parece haber ningún otro término (aparte de la aún más problemática "mística" o la más restrictiva "contemplativa") con el que discutir los esfuerzos deliberados que algunas personas hacen para superar su sentimiento de separación a través de la meditación, la psicodelia, u otros medios de inducción de estados no ordinarios de conciencia. Y me encuentro con neologismos pretenciosos y molestos. Por lo tanto, me parece que no tengo otra opción: "Espiritual" lo es.

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